La Sirenita 2 · Regreso Al Mar (Disney · 2000) Escrito por Tsukino



El reino de Atlántica amaneció aquella mañana algo agitado. Podía sentirse el nerviosismo entre las diferentes corrientes marinas existentes bajo el mar.

Un barco apareció sobre la superficie del agua engalanado de guirnaldas de flores. Desde las ventanas traseras podía oírse una melodiosa voz cantando una preciosa nana.  Aquella voz era la de Ariel, la princesa sirena, que consiguió convertirse en humana formando parte del mundo de la superficie y encontrando también el amor del príncipe Eric.

Había pasado ya cierto tiempo desde aquella aventura. Ariel volvía para ver a sus seres queridos. Traía una buena nueva pues había dado a luz una pequeña niña a la que le habían puesto por nombre Melody. Aquel acontecimiento era lo que tenía agitado el mundo submarino. Cuanto más se acercaba el barco más entusiasmados parecían todos, incluso muchos de ellos cantaban de alegría, sobre todo cuando Sebastián, el crustáceo consejero del rey Tritón, apareció marcando el ritmo. ‘Ariel vuelve’ coreaban a la vez.

Vítores de los marineros empezaron a sonar sobre la cubierta del barco al ver aparecer a la familia real. Ariel estaba exultante, con una sonrisa que iluminaba su rostro. Junto a ella, el príncipe Eric no podía apartar la mirada de su amada esposa y la pequeña Melody que se asombraba de la algarabía que había a su alrededor. Los tres se aproximaron a los barandales del galeón donde contemplaron la llegada del séquito real. Los guardias, con sus deslumbrantes corazas doradas, dieron paso al Rey Tritón, que emergió del agua con gran solemnidad la cual perdió al ver a la pequeña en los brazos de su madre.

Ariel sollozaba de alegría al ver a su familia. Tritón se acercó sonriendo, aunque no pudo contener las lágrimas tampoco. El  Rey sacó, de entre sus manos, un pequeño medallón en forma de concha con el nombre de Melody inscrito en el. ‘Mi hermosa Melody, este medallón, ahora es tuyo. Para que nunca olvides que parte de tu corazón siempre pertenecerá al mar.’ Dijo el Rey abriendo el colgante de donde de repente, como por arte de magia, una gran burbuja dejaba ver el palacio real y todo el reino marino mientras una melodía acompañaba la imagen.


Aquella estampa idílica donde se juntaban ambos mundos, el de tierra y mar, pronto se vio truncada cuando desde las profundidades emergió un tentáculo arrebatándole a la princesa su preciada hija. Morgana, la hermana pequeña de Úrsula, hacía acto de presencia junto a su secuaz Resaca, un terrorífico tiburón que atemorizaba a todos los allí presentes. Morgana, aun dolida por la muerte de Úrsula, venía a continuar con el propósito de su hermana y hacerse soberana de los mares. Así pues puso, a escasos metros, a la pequeña Melody en las fauces del tiburón y chantajeó al Rey Tritón. La niña a cambio del tridente. Este no dudó un instante en ponerse a merced de la loca hermana de Úrsula.  Pero Ariel en un descuido desenvainó la espada que portaba Eric y dando un tajo al nudo que sostenía la botavara hizo que esta golpeara a Morgana. Melody está a punto de caer al mar donde Resaca la espera a mandíbula abierta. En ese instante Eric salta agarrado a un cabo suelto siendo capaz de atrapar a la niña en el último momento. El Rey empuña su tridente lanzando un rayo mágico sobre el tiburón que hace que este reduzca a un tamaño irrisorio. Morgana escapa a carcajada limpia en medio de una nube de tinta. ‘Jamás me encontraras pero yo si te encontrare y también a tu adorada nieta’ le responde la bruja al Rey cuando este pide a sus guardias que vayan tras ella.

A salvo en la playa los príncipes hablan con Tritón. El Rey se lamenta pidiéndole a su hija perdón pues no han sido capaces de encontrar a Morgana. De esta manera el peligro los acecha en cada rincón del mar. Ariel debe tomar una decisión difícil y triste. Melody no debe saber que existe el mundo submarino por su bien hasta que den con la bruja. De esta forma contendrán que Morgana pueda encontrar a la pequeña. Ariel le devuelve al rey el medallón que muestra el esplendor de Atlántica. El semblante de Tritón se entristece al despedirse. Mientras se va alejando con el corazón dolorido deja caer a las profundidades el colgante de Melody. En ese momento los seres humanos dejarían de saber la existencia de los seres del mar.

Han pasado los años, doce exactamente, todo sigue tranquilo pero hay cosas que han cambiado. El palacio de los príncipes ahora está flanqueado por unos inmensos muros que separan el mar de los terrenos del castillo. Hay cierto ajetreo en el reino, carruajes de todos los lugares del mundo están llegando. El personal de palacio está organizando una fiesta por todo lo alto. Flores engalanan las escaleras, banderines cuelgan de las ventanas y desde la cocina llega un rico olor a pastel recién orneado. El cocinero real no sabe dónde se encuentra Melody cuando Ariel pregunta por ella pero lo que sí sabe es donde están sus doce velas para el pastel de cumpleaños.

Al otro lado de los muros, donde el agua brilla resplandeciente, una pequeña princesa nada alegremente junto a un delfín. Cuando Sebastián, quien está a su cargo por petición expresa de Tritón, encentra a Melody este no da crédito a lo que ve. La muchacha ha conseguido aflojar uno de los barrotes de los túneles que hay en los muros para poderse escapar al agua. Ahora juega, bucea y busca conchas marinas. Se siente plena cuando está nadando le hace llegar a Sebastián. Aunque el cangrejo no da su visto bueno recordándole las normas que prohíben todo contacto con el mar. La princesa se sabe de memoria las normas pero no puede entender como algo tan hermoso pueda ser peligroso y se lanza nuevamente al agua para bucear junto a los pececillos que pasan por allí. ‘Eres igualita a tu madre…’ logra balbucear Sebastián cuando Melody apenas puede oírlo.


Tras un rato recogiendo conchas del fondo marino, la niña, se da cuenta de que se le hace tarde para su fiesta de cumpleaños y sale zumbando hacia sus aposentos sin ser descubierta. No es que le haga mucha ilusión celebrar el cumpleaños, mucho menos tener que atender a las personas que acudirán a el. Se siente incomprendida, parece que nadie entiende sus rarezas y que se pase el día hablando de animales marinos. Cuando Ariel llega a la habitación de Melody la encuentra abatida y cabizbaja. Madre e hija tienen un momento para hablar y Ariel intenta tranquilizarla. Seguro que en la fiesta conocerá a gente nueva con la que compartir sus inquietudes, siendo capaz de encajar y divertirse. Melody se anuda el lazo trasero de la falda sin percatarse que un escondido Sebastián va dentro de el y baja al salón entre frases de ánimo.

El salón principal esta atestado de gente que en ese momento clavan su mirada a lo alto de la escalera donde ha sido presentada la pequeña princesa. Ariel y Eric la observan desde la distancia confiando en que todo salga bien. En ese momento, tras bajar la escalinata, le tienden una mano a Melody para invitarla a bailar. La princesa lo mira detenidamente. El muchacho de rubios cabellos viste traje de gala de la marina y tiene una cálida sonrisa que hace que confíe en él aceptando bailar. El maestro de ceremonia da comienzo al vals agitando la batuta al aire y dirigiéndose a los músicos.

Todo marcha tranquilamente. Melody está concentrada en los pasos de baile mientras el chico la sigue con la mirada. Una vuelta, otra más, la princesa no cree que este bailando delante de todos. Sebastián, que sigue atrapado entre el nudo de la falda, empieza a sentirse mal entre tanta vuelta. Melody se prepara para finalizar el baile, el muchacho la coge por la cintura y en ese momento la cara el chico es un poema que rompe en grito espantoso de dolor. El cangrejo, que no ha podido más, ha echado mano a sus tenazas y el pobre crio es el que ha recogido toda la presión de las pinzas. Sebastián salta por los aires cayendo de lleno en la tarta de cumpleaños para sorpresa del cocinero Louis que comienza una loca persecución por el salón. La princesa cae de espaldas al suelo sin saber muy bien que ha pasado. Entonces se da cuenta de que Sebastián corre peligro y sale en su ayuda. Ya ha salvo en sus manos le pregunta si esta bien ante la atónita mirada del personal asistente a la fiesta que al darse cuenta de que le está hablando a un cangrejo explota en sonoras risotadas haciendo que le vuelvan toda clases de inseguridades a la pequeña. Aunque Ariel trata de acercarse a su hija esta le huye y sale corriendo a su habitación entre sollozos.

Refugiada entre las sabanas de su cama, Melody, contempla sus tesoros marinos. Va mirando, a través de las lágrimas, cada una de las caracolas y conchas obtenidas aquella mañana, limpiándolas delicadamente de cada resto de arena. Ariel entra en ese momento iniciando con voz cálida y llena de cariño una conversación. ‘No me quieren como soy. Soy la princesa del desastre’ le responde amargamente la chiquilla. La sirenita trata de hacerle ver que a su edad las cosas se sienten diferentes pero en ese momento, que Melody ha seguido limpiando sus tesoros, se percata de que lo que tiene entre sus manos en su colgante y que además lleva su nombre. Ariel se sorprende totalmente al ver lo que su hija ha encontrado y de a no ser que haya salido al mar es imposible que pueda tenerlo. Melody  empieza a preguntarle a su madre que significa. A lo que Ariel le recrimina su actitud al desobedecer la norma de no nada en el exterior del muro. La pequeña princesa abre el medallón liberando la burbuja mágica con la imagen de Atlántica en su interior. Cómo era posible que el reino de Atlántica exista si su propia madre le había dicho que todo era un cuento de hadas. Madre e hija no se entienden y tras una acalorada discusión Melody sale de la habitación con su colgante sin percatarse que al abrirlo los problemas no han hecho nada más empezar.

Confinada en algún perdido paramo helado Morgana puede por fin observar a la pequeña Melody y seguir sus pasos. Es el momento de aprovechar la situación y engañar a la pequeña para que sus planes sean llevados a cabo. Tras muchos intentos de emular a su hermana Úrsula para cambiar el aspecto de su secuaz, el tiburón Resaca, no ha logrado contrarrestar el poder del tridente del Rey Tritón. Ahora es más que nunca cuando desea hacerse de todo el poder haciendo que todo el mar se ponga bajo su mandato.  Para ello debe hacerse, a lo que dé lugar, con el tridente y para ello la hijita de Ariel tiene su papel en el plan.

La noche se ha hecho sobre el palacio real. Oculta entre las sombras Melody plantea escaparse para buscar respuestas. Sebastián trata de detenerla, hacerla comprender que hablando todos pueden llegar a un acuerdo. Pero Meldoy continua con su idea lanzando una barca al mar. Ella necesita respuestas, unas respuestas que su madre no le ha dado durante mucho tiempo. Sebastián no sabe qué bien que hacer cuando adentrarse a la muchacha en el mar. Aun así decide poner sus patas en dirección al palacio intentando poner en pie la explicación que le va a dar a Ariel. ‘Melody huyó, Melody huyó’ grita sin pensar al ver a los príncipes salir por la puerta buscando a la pequeña. La sirenita no tiene más remedio que pedir ayuda a su padre para que dé comienzo la búsqueda esperando que nada malo suceda.

Miles de preguntas le rondan por la cabeza a Melody. Sigue observando el medallón, la preciosa imagen que se desprende de la burbuja, no da crédito a los seres marinos que nadan alrededor del palacio de Atlántica. En ese momento Resaca surge al lado de la barca llamando la atención de la pequeña. Él sabe que necesita respuestas y conoce a alguien que puede resolverle todas sus dudas. Incrédula pero con ansias de conocimiento acepta ir con el pequeño tiburón y conocer a esa persona que tiene sus respuestas.

Esa persona no es otra que la bruja Morgana tejiendo su maléfico plan. Agasaja a Melody nada más aparece en la gruta helada obsequiándole diversos manjares y atendiéndola con toda la amabilidad que es capaz de transmitir. Se muestra comprensiva cuando la chica le comenta lo que ha pasado y que su madre le ha ocultado la verdad durante mucho tiempo. Morgana la embauca dándole todo tipo de argumentos que la princesa espera escuchar. Ella pertenece al mar, es una sirena, Morgana se va ganando a la muchacha. Sin más preámbulos hace un último movimiento sorprendente al convertirla en una sirena realmente. Conservaba, como oro en paño, una de las últimas pociones de Úrsula que utilizo para tal menester. La alegría de la chiquilla es más que evidente. Nada como loca por toda la gruta, hace cabriolas en el agua, baila con los pececillos que pasaban por allí. De repente esa felicidad se detiene al ver el semblante triste de Morgana. La sirena se preocupa por ella preguntándole que le pasa. La bruja, acentuando su amargura, le dice que esa maravillosa aleta no es para siempre, todo tiene un final. Su poder se había quedado en nada cuando un desalmado Tritón le había arrebatado todo el poder al robarle SU tridente. La chiquilla cegada por la alegría se ofrece sin pensar para ir en busca de su tridente y así conseguir que su aleta sea permanente de por vida. Forma parte del mar y eso no lo quiere cambiar. Se siente en su entorno.



Ariel regresa a Atlántica convertida de nuevo en sirena gracias a su padre y emprende la búsqueda por el reino marino. No entiende como los sucesos han acabado desembocando en la desaparición de su hija Melody. Se recrimina a si misma tristemente el haberle ocultado la verdad a la pequeña. Pero no es hora de lamentaciones si no de actuar.

Melody atraviesa el mar, en dirección a Atlántica, disfrutando de su vida como sirena cuando se topa con dos amigos, la mar de singulares, que se ofrecen ayudarla para encontrar la ciudad marina. Tip, un pingüino y Dash, una gran morsa, amenizan el viaje con sus batallitas y aventuras vividas. Tras dejarse llevar por unas corrientes marinas, atravesar la gran gruta de coral, aparece deslumbrante el castillo de Atlántica. A Melody se le ilumina la cara al descubrir que todo es real, que existen los seres del mar y que aún es más hermoso de lo que imaginaba. Tip y Dash la sacan de su extasamiento animándola a proseguir hacia el interior, pues aún queda mucho por hacer. Sigilosamente, utilizando cada recodo para ocultarse, consiguen llegar al salón del trono donde está el tridente. Allí puede observar a un cabizbajo Tritón, sin saber que en realidad es su abuelo. Cuando este marcha al encuentro de su hija, Melody aprovecha para hacerse con el tridente y huir con él. Con el nerviosismo del momento para no ser descubierta pierde el medallón. Tip y Dash la arrastran a las afueras cuando la chiquilla intenta volver para recogerlo. Cuando salen a la superficie la chica no cabe en su asombro al ver los muros de su hogar, los muros que separan el mar del palacio real. No se había dado cuenta de lo que cerca que había estado todo este tiempo de atlántica.


Melody regresa a los gélidos apóstenos de Morgana. El recibimiento por parte de Resaca hace que Tip y Dash salgan huyendo despavoridos ante el temor de ser devorados por un tiburón. A este se le abren los ojos al ver que la niña trae el poderoso tridente de Tritón y la acompaña todo exultante ante la presencia de la bruja. Morgana se regocija ante la idea de ser por fin la soberana de los mares cuando Ariel la sorprende en su guarida. La sirenita, después de estar buscando por todo los lados, se percató de la presencia de dos mantarayas a las órdenes de  Morgana y decidió seguirlas junto a su inseparable Flounder, dando con el paradero de su hija.

Melody se sorprende al ver a su madre convertida en un sirena y se siente aún más dolida por todo el tiempo que ha vivido sin saber la verdad.  Ariel trata de explicarse pero no le salen las palabras adecuadas. Morgana le pide el tridente, le insiste, pues ella ha sido la que ha hecho realidad su sueño, convertirla en sirena. Si ella tiene el tridente podrá seguir siendo todo lo que siempre ha querido.  Ariel le ruega que no lo haga pero Melody está convencida que lo mejor será entregarle a Morgana lo que es “suyo”.

El tridente finalmente es de Morgana que destapa todo su verdadero plan. Melody ve con tristeza como la bruja hace prisionera a Ariel y le hace ver que aunque las cosas a veces sean dolorosas, las madres siempre intentan hacer lo mejor para sus hijos y en esta ocasión la sirenita la estaba protegiendo de ella. La bruja le da un empujón hacia un hueco en la gruta y con la ayuda del tridente cierra con hielo la apertura haciendo que así Melody no pueda escapar y se despide de ella diciéndole que disfrute el poco tiempo que le queda como sirena.

Morgana da comienzo a su plan malvado creando una fortaleza helada, gritando a pleno pulmón que el poder de los siete mares es suyo. Desde lo alto de la fortaleza ve acercarse el barco real que trae consigo al príncipe Eric. La visión no achanta a la bruja que hace doblegarlos ante ella. Incluso hace postrarse al mismísimo rey Tritón que aparece en ese momento sobre la superficie junto a Sebastián.  

Tip y Dash, que se han armado de valor y se sienten arrepentidos de haber salido corriendo, vuelven para reunirse con Melody, no podían dejar que ella sola se adentrase en aquel terrorífico lugar. Allí se encuentran con una Melody cambiando su forma de sirena a su apariencia real. Siendo humana Melody no podrá respirar bajo el agua. Les queda poco tiempo. Gracias a los dioses del mar aparece Resaca, que ha vuelto a su tamaño real, y sin pensar embiste a los amigos de la pequeña con la suerte de que estos dos lo esquivan en el último momento haciendo que el tiburón choque con el grueso hielo desquebrajándolo y de esta manera hace libre a Melody. Con la ayuda de sus amigos se pone a salvo en la superficie.  

La escena en la superficie es desalentadora. Los seres vivos están merced de la bruja y Ariel retenida entre sus tentáculos. Melody siente que no hay tiempo que perder. Sin ser vista por Morgana comienza a escalar la fortaleza hasta que llega a la superficie donde se encuentra la amenazante bruja del mar blandiendo el tridente. Melody le salta al cuello arrebatándoselo para después caer al suelo. Haciendo también que Ariel pueda liberarse y lanzarse al agua. Morgana enfurecida se dispone a estrangular a la muchacha entre sus tentáculos. Sacando fuerzas, la niña, lanza el tridente al abuelo para así detener las ínfulas de poder de la bruja. El incandescente tridente desquebraja el cielo y de repente Morgana queda atrapada en el hielo eterno cayendo en las oscuras profundidades marina.

Todo regresa a la normalidad, el sol vuelve a brillar en lo alto y la paz reina entre los habitantes marinos y los seres humanos.  La familia nuevamente está reunida y sonríen tranquilamente. Melody finalmente sabe la toda la verdad. Tritón abraza cariñosamente a su nieta ofreciéndole la posibilidad de elegir donde quiere vivir. Pero Melody tiene un plan mejor, va mucho más allá, y a la llegada al palacio real, con la ayuda del tridente, hace desaparecer los muros. Por qué elegir pudiendo disfrutar de los dos mundos. El reino estalla en júbilo. Los seres marinos y los humanos vuelven a convivir en armonía. Unidos cantan al unísono celebrando la vida en la tierra y en el mar. Nuevamente un arcoíris de esperanza corona los cielos.