El reino de Atlántica amaneció aquella mañana algo agitado. Podía
sentirse el nerviosismo entre las diferentes corrientes marinas existentes bajo
el mar.
Un barco apareció sobre la superficie del agua engalanado de
guirnaldas de flores. Desde las ventanas traseras podía oírse una melodiosa voz
cantando una preciosa nana. Aquella voz
era la de Ariel, la princesa sirena, que consiguió convertirse en humana
formando parte del mundo de la superficie y encontrando también el amor del
príncipe Eric.
Había pasado ya cierto tiempo desde aquella aventura. Ariel volvía
para ver a sus seres queridos. Traía una buena nueva pues había dado a luz una
pequeña niña a la que le habían puesto por nombre Melody. Aquel acontecimiento
era lo que tenía agitado el mundo submarino. Cuanto más se acercaba el barco
más entusiasmados parecían todos, incluso muchos de ellos cantaban de alegría,
sobre todo cuando Sebastián, el crustáceo consejero del rey Tritón, apareció
marcando el ritmo. ‘Ariel vuelve’ coreaban a la vez.
Vítores de los marineros empezaron a sonar sobre la cubierta del barco
al ver aparecer a la familia real. Ariel estaba exultante, con una sonrisa que
iluminaba su rostro. Junto a ella, el príncipe Eric no podía apartar la mirada
de su amada esposa y la pequeña Melody que se asombraba de la algarabía que
había a su alrededor. Los tres se aproximaron a los barandales del galeón donde
contemplaron la llegada del séquito real. Los guardias, con sus deslumbrantes
corazas doradas, dieron paso al Rey Tritón, que emergió del agua con gran
solemnidad la cual perdió al ver a la pequeña en los brazos de su madre.
Ariel sollozaba de alegría al ver a su familia. Tritón se acercó
sonriendo, aunque no pudo contener las lágrimas tampoco. El Rey sacó, de entre sus manos, un pequeño
medallón en forma de concha con el nombre de Melody inscrito en el. ‘Mi hermosa
Melody, este medallón, ahora es tuyo. Para que nunca olvides que parte de tu
corazón siempre pertenecerá al mar.’ Dijo el Rey abriendo el colgante de donde
de repente, como por arte de magia, una gran burbuja dejaba ver el palacio real
y todo el reino marino mientras una melodía acompañaba la imagen.
Aquella estampa idílica donde se juntaban ambos mundos, el de tierra y
mar, pronto se vio truncada cuando desde las profundidades emergió un tentáculo
arrebatándole a la princesa su preciada hija. Morgana, la hermana pequeña de
Úrsula, hacía acto de presencia junto a su secuaz Resaca, un terrorífico tiburón
que atemorizaba a todos los allí presentes. Morgana, aun dolida por la muerte
de Úrsula, venía a continuar con el propósito de su hermana y hacerse soberana
de los mares. Así pues puso, a escasos metros, a la pequeña Melody en las fauces
del tiburón y chantajeó al Rey Tritón. La niña a cambio del tridente. Este no
dudó un instante en ponerse a merced de la loca hermana de Úrsula. Pero Ariel en un descuido desenvainó la
espada que portaba Eric y dando un tajo al nudo que sostenía la botavara hizo
que esta golpeara a Morgana. Melody está a punto de caer al mar donde Resaca la
espera a mandíbula abierta. En ese instante Eric salta agarrado a un cabo
suelto siendo capaz de atrapar a la niña en el último momento. El Rey empuña su
tridente lanzando un rayo mágico sobre el tiburón que hace que este reduzca a
un tamaño irrisorio. Morgana escapa a carcajada limpia en medio de una nube de
tinta. ‘Jamás me encontraras pero yo si te encontrare y también a tu adorada
nieta’ le responde la bruja al Rey cuando este pide a sus guardias que vayan
tras ella.
A salvo en la playa los príncipes hablan con Tritón. El Rey se lamenta
pidiéndole a su hija perdón pues no han sido capaces de encontrar a Morgana. De
esta manera el peligro los acecha en cada rincón del mar. Ariel debe tomar una
decisión difícil y triste. Melody no debe saber que existe el mundo submarino
por su bien hasta que den con la bruja. De esta forma contendrán que Morgana
pueda encontrar a la pequeña. Ariel le devuelve al rey el medallón que muestra
el esplendor de Atlántica. El semblante de Tritón se entristece al despedirse.
Mientras se va alejando con el corazón dolorido deja caer a las profundidades
el colgante de Melody. En ese momento los seres humanos dejarían de saber la
existencia de los seres del mar.
Han pasado los años, doce exactamente, todo sigue tranquilo pero hay
cosas que han cambiado. El palacio de los príncipes ahora está flanqueado por
unos inmensos muros que separan el mar de los terrenos del castillo. Hay cierto
ajetreo en el reino, carruajes de todos los lugares del mundo están llegando.
El personal de palacio está organizando una fiesta por todo lo alto. Flores
engalanan las escaleras, banderines cuelgan de las ventanas y desde la cocina
llega un rico olor a pastel recién orneado. El cocinero real no sabe dónde se
encuentra Melody cuando Ariel pregunta por ella pero lo que sí sabe es donde
están sus doce velas para el pastel de cumpleaños.
Al otro lado de los muros, donde el agua brilla resplandeciente, una
pequeña princesa nada alegremente junto a un delfín. Cuando Sebastián, quien
está a su cargo por petición expresa de Tritón, encentra a Melody este no da
crédito a lo que ve. La muchacha ha conseguido aflojar uno de los barrotes de
los túneles que hay en los muros para poderse escapar al agua. Ahora juega,
bucea y busca conchas marinas. Se siente plena cuando está nadando le hace
llegar a Sebastián. Aunque el cangrejo no da su visto bueno recordándole las
normas que prohíben todo contacto con el mar. La princesa se sabe de memoria
las normas pero no puede entender como algo tan hermoso pueda ser peligroso y
se lanza nuevamente al agua para bucear junto a los pececillos que pasan por
allí. ‘Eres igualita a tu madre…’ logra balbucear Sebastián cuando Melody
apenas puede oírlo.
Tras un rato recogiendo conchas del fondo marino, la niña, se da
cuenta de que se le hace tarde para su fiesta de cumpleaños y sale zumbando
hacia sus aposentos sin ser descubierta. No es que le haga mucha ilusión
celebrar el cumpleaños, mucho menos tener que atender a las personas que
acudirán a el. Se siente incomprendida, parece que nadie entiende sus rarezas y
que se pase el día hablando de animales marinos. Cuando Ariel llega a la
habitación de Melody la encuentra abatida y cabizbaja. Madre e hija tienen un
momento para hablar y Ariel intenta tranquilizarla. Seguro que en la fiesta
conocerá a gente nueva con la que compartir sus inquietudes, siendo capaz de
encajar y divertirse. Melody se anuda el lazo trasero de la falda sin
percatarse que un escondido Sebastián va dentro de el y baja al salón entre
frases de ánimo.
El salón principal esta atestado de gente que en ese momento clavan su
mirada a lo alto de la escalera donde ha sido presentada la pequeña princesa.
Ariel y Eric la observan desde la distancia confiando en que todo salga bien.
En ese momento, tras bajar la escalinata, le tienden una mano a Melody para
invitarla a bailar. La princesa lo mira detenidamente. El muchacho de rubios
cabellos viste traje de gala de la marina y tiene una cálida sonrisa que hace
que confíe en él aceptando bailar. El maestro de ceremonia da comienzo al vals
agitando la batuta al aire y dirigiéndose a los músicos.
Todo marcha tranquilamente. Melody está concentrada en los pasos de
baile mientras el chico la sigue con la mirada. Una vuelta, otra más, la
princesa no cree que este bailando delante de todos. Sebastián, que sigue
atrapado entre el nudo de la falda, empieza a sentirse mal entre tanta vuelta.
Melody se prepara para finalizar el baile, el muchacho la coge por la cintura y
en ese momento la cara el chico es un poema que rompe en grito espantoso de
dolor. El cangrejo, que no ha podido más, ha echado mano a sus tenazas y el
pobre crio es el que ha recogido toda la presión de las pinzas. Sebastián salta
por los aires cayendo de lleno en la tarta de cumpleaños para sorpresa del
cocinero Louis que comienza una loca persecución por el salón. La princesa cae
de espaldas al suelo sin saber muy bien que ha pasado. Entonces se da cuenta de
que Sebastián corre peligro y sale en su ayuda. Ya ha salvo en sus manos le
pregunta si esta bien ante la atónita mirada del personal asistente a la fiesta
que al darse cuenta de que le está hablando a un cangrejo explota en sonoras
risotadas haciendo que le vuelvan toda clases de inseguridades a la pequeña.
Aunque Ariel trata de acercarse a su hija esta le huye y sale corriendo a su
habitación entre sollozos.
Refugiada entre las sabanas de su cama, Melody, contempla sus tesoros
marinos. Va mirando, a través de las lágrimas, cada una de las caracolas y
conchas obtenidas aquella mañana, limpiándolas delicadamente de cada resto de
arena. Ariel entra en ese momento iniciando con voz cálida y llena de cariño
una conversación. ‘No me quieren como soy. Soy la princesa del desastre’ le
responde amargamente la chiquilla. La sirenita trata de hacerle ver que a su
edad las cosas se sienten diferentes pero en ese momento, que Melody ha seguido
limpiando sus tesoros, se percata de que lo que tiene entre sus manos en su
colgante y que además lleva su nombre. Ariel se sorprende totalmente al ver lo
que su hija ha encontrado y de a no ser que haya salido al mar es imposible que
pueda tenerlo. Melody empieza a
preguntarle a su madre que significa. A lo que Ariel le recrimina su actitud al
desobedecer la norma de no nada en el exterior del muro. La pequeña princesa
abre el medallón liberando la burbuja mágica con la imagen de Atlántica en su
interior. Cómo era posible que el reino de Atlántica exista si su propia madre
le había dicho que todo era un cuento de hadas. Madre e hija no se entienden y
tras una acalorada discusión Melody sale de la habitación con su colgante sin
percatarse que al abrirlo los problemas no han hecho nada más empezar.
Confinada en algún perdido paramo helado Morgana puede por fin
observar a la pequeña Melody y seguir sus pasos. Es el momento de aprovechar la
situación y engañar a la pequeña para que sus planes sean llevados a cabo. Tras
muchos intentos de emular a su hermana Úrsula para cambiar el aspecto de su
secuaz, el tiburón Resaca, no ha logrado contrarrestar el poder del tridente
del Rey Tritón. Ahora es más que nunca cuando desea hacerse de todo el poder
haciendo que todo el mar se ponga bajo su mandato. Para ello debe hacerse, a lo que dé lugar, con
el tridente y para ello la hijita de Ariel tiene su papel en el plan.
La noche se ha hecho sobre el palacio real. Oculta entre las sombras
Melody plantea escaparse para buscar respuestas. Sebastián trata de detenerla,
hacerla comprender que hablando todos pueden llegar a un acuerdo. Pero Meldoy
continua con su idea lanzando una barca al mar. Ella necesita respuestas, unas
respuestas que su madre no le ha dado durante mucho tiempo. Sebastián no sabe
qué bien que hacer cuando adentrarse a la muchacha en el mar. Aun así decide
poner sus patas en dirección al palacio intentando poner en pie la explicación
que le va a dar a Ariel. ‘Melody huyó, Melody huyó’ grita sin pensar al ver a
los príncipes salir por la puerta buscando a la pequeña. La sirenita no tiene
más remedio que pedir ayuda a su padre para que dé comienzo la búsqueda
esperando que nada malo suceda.
Miles de preguntas le rondan por la cabeza a Melody. Sigue observando
el medallón, la preciosa imagen que se desprende de la burbuja, no da crédito a
los seres marinos que nadan alrededor del palacio de Atlántica. En ese momento
Resaca surge al lado de la barca llamando la atención de la pequeña. Él sabe
que necesita respuestas y conoce a alguien que puede resolverle todas sus
dudas. Incrédula pero con ansias de conocimiento acepta ir con el pequeño tiburón
y conocer a esa persona que tiene sus respuestas.
Esa persona no es otra que la bruja Morgana tejiendo su maléfico plan.
Agasaja a Melody nada más aparece en la gruta helada obsequiándole diversos
manjares y atendiéndola con toda la amabilidad que es capaz de transmitir. Se
muestra comprensiva cuando la chica le comenta lo que ha pasado y que su madre
le ha ocultado la verdad durante mucho tiempo. Morgana la embauca dándole todo
tipo de argumentos que la princesa espera escuchar. Ella pertenece al mar, es
una sirena, Morgana se va ganando a la muchacha. Sin más preámbulos hace un
último movimiento sorprendente al convertirla en una sirena realmente.
Conservaba, como oro en paño, una de las últimas pociones de Úrsula que utilizo
para tal menester. La alegría de la chiquilla es más que evidente. Nada como
loca por toda la gruta, hace cabriolas en el agua, baila con los pececillos que
pasaban por allí. De repente esa felicidad se detiene al ver el semblante
triste de Morgana. La sirena se preocupa por ella preguntándole que le pasa. La
bruja, acentuando su amargura, le dice que esa maravillosa aleta no es para
siempre, todo tiene un final. Su poder se había quedado en nada cuando un
desalmado Tritón le había arrebatado todo el poder al robarle SU tridente. La
chiquilla cegada por la alegría se ofrece sin pensar para ir en busca de su
tridente y así conseguir que su aleta sea permanente de por vida. Forma parte
del mar y eso no lo quiere cambiar. Se siente en su entorno.
Ariel regresa a Atlántica convertida de nuevo en sirena gracias a su
padre y emprende la búsqueda por el reino marino. No entiende como los sucesos
han acabado desembocando en la desaparición de su hija Melody. Se recrimina a
si misma tristemente el haberle ocultado la verdad a la pequeña. Pero no es
hora de lamentaciones si no de actuar.
Melody atraviesa el mar, en dirección a Atlántica, disfrutando de su
vida como sirena cuando se topa con dos amigos, la mar de singulares, que se
ofrecen ayudarla para encontrar la ciudad marina. Tip, un pingüino y Dash, una
gran morsa, amenizan el viaje con sus batallitas y aventuras vividas. Tras
dejarse llevar por unas corrientes marinas, atravesar la gran gruta de coral,
aparece deslumbrante el castillo de Atlántica. A Melody se le ilumina la cara
al descubrir que todo es real, que existen los seres del mar y que aún es más
hermoso de lo que imaginaba. Tip y Dash la sacan de su extasamiento animándola
a proseguir hacia el interior, pues aún queda mucho por hacer. Sigilosamente,
utilizando cada recodo para ocultarse, consiguen llegar al salón del trono
donde está el tridente. Allí puede observar a un cabizbajo Tritón, sin saber
que en realidad es su abuelo. Cuando este marcha al encuentro de su hija,
Melody aprovecha para hacerse con el tridente y huir con él. Con el nerviosismo
del momento para no ser descubierta pierde el medallón. Tip y Dash la arrastran
a las afueras cuando la chiquilla intenta volver para recogerlo. Cuando salen a
la superficie la chica no cabe en su asombro al ver los muros de su hogar, los
muros que separan el mar del palacio real. No se había dado cuenta de lo que
cerca que había estado todo este tiempo de atlántica.
Melody regresa a los gélidos apóstenos de Morgana. El recibimiento por
parte de Resaca hace que Tip y Dash salgan huyendo despavoridos ante el temor
de ser devorados por un tiburón. A este se le abren los ojos al ver que la niña
trae el poderoso tridente de Tritón y la acompaña todo exultante ante la presencia
de la bruja. Morgana se regocija ante la idea de ser por fin la soberana de los
mares cuando Ariel la sorprende en su guarida. La sirenita, después de estar
buscando por todo los lados, se percató de la presencia de dos mantarayas a las
órdenes de Morgana y decidió seguirlas
junto a su inseparable Flounder, dando con el paradero de su hija.
Melody se sorprende al ver a su madre convertida en un sirena y se
siente aún más dolida por todo el tiempo que ha vivido sin saber la verdad. Ariel trata de explicarse pero no le salen las
palabras adecuadas. Morgana le pide el tridente, le insiste, pues ella ha sido
la que ha hecho realidad su sueño, convertirla en sirena. Si ella tiene el
tridente podrá seguir siendo todo lo que siempre ha querido. Ariel le ruega que no lo haga pero Melody está
convencida que lo mejor será entregarle a Morgana lo que es “suyo”.
El tridente finalmente es de Morgana que destapa todo su verdadero
plan. Melody ve con tristeza como la bruja hace prisionera a Ariel y le hace
ver que aunque las cosas a veces sean dolorosas, las madres siempre intentan
hacer lo mejor para sus hijos y en esta ocasión la sirenita la estaba
protegiendo de ella. La bruja le da un empujón hacia un hueco en la gruta y con
la ayuda del tridente cierra con hielo la apertura haciendo que así Melody no
pueda escapar y se despide de ella diciéndole que disfrute el poco tiempo que
le queda como sirena.
Morgana da comienzo a su plan malvado creando una fortaleza helada,
gritando a pleno pulmón que el poder de los siete mares es suyo. Desde lo alto
de la fortaleza ve acercarse el barco real que trae consigo al príncipe Eric. La
visión no achanta a la bruja que hace doblegarlos ante ella. Incluso hace
postrarse al mismísimo rey Tritón que aparece en ese momento sobre la
superficie junto a Sebastián.
Tip y Dash, que se han armado de valor y se sienten arrepentidos de
haber salido corriendo, vuelven para reunirse con Melody, no podían dejar que
ella sola se adentrase en aquel terrorífico lugar. Allí se encuentran con una
Melody cambiando su forma de sirena a su apariencia real. Siendo humana Melody
no podrá respirar bajo el agua. Les queda poco tiempo. Gracias a los dioses del
mar aparece Resaca, que ha vuelto a su tamaño real, y sin pensar embiste a los
amigos de la pequeña con la suerte de que estos dos lo esquivan en el último
momento haciendo que el tiburón choque con el grueso hielo desquebrajándolo y
de esta manera hace libre a Melody. Con la ayuda de sus amigos se pone a salvo
en la superficie.
La escena en la superficie es desalentadora. Los seres vivos están
merced de la bruja y Ariel retenida entre sus tentáculos. Melody siente que no
hay tiempo que perder. Sin ser vista por Morgana comienza a escalar la
fortaleza hasta que llega a la superficie donde se encuentra la amenazante
bruja del mar blandiendo el tridente. Melody le salta al cuello arrebatándoselo
para después caer al suelo. Haciendo también que Ariel pueda liberarse y
lanzarse al agua. Morgana enfurecida se dispone a estrangular a la muchacha
entre sus tentáculos. Sacando fuerzas, la niña, lanza el tridente al abuelo para
así detener las ínfulas de poder de la bruja. El incandescente tridente desquebraja
el cielo y de repente Morgana queda atrapada en el hielo eterno cayendo en las oscuras
profundidades marina.
Todo regresa a la normalidad, el sol vuelve a brillar en lo alto y la
paz reina entre los habitantes marinos y los seres humanos. La familia nuevamente está reunida y sonríen tranquilamente.
Melody finalmente sabe la toda la verdad. Tritón abraza cariñosamente a su
nieta ofreciéndole la posibilidad de elegir donde quiere vivir. Pero Melody
tiene un plan mejor, va mucho más allá, y a la llegada al palacio real, con la
ayuda del tridente, hace desaparecer los muros. Por qué elegir pudiendo
disfrutar de los dos mundos. El reino estalla en júbilo. Los seres marinos y
los humanos vuelven a convivir en armonía. Unidos cantan al unísono celebrando la
vida en la tierra y en el mar. Nuevamente un arcoíris de esperanza corona los
cielos.